"el ajo se transformó en repollo"
Liliana Varela
A la risa la canjearon por un ajo barato que olía a repollo,
a mí me canjearon por un gordo sin barba que olía a camello,
al amor lo canjearon por una zanahoria que olía a zapallo,
al silencio lo canjearon por una mona que olía a Jiménez.
Yo me chupaba el alma con gusto a melancolía
y me importaba un rábano del limón o del rabanito
y la tarde era una lechuga francesa del Louvre
condimentada con sal, aceite y aceto balsámico.
Jorge Luis Estrella
"El material editado en "Muestrario de Palabras" goza de todos los Derechos Reservados. La administración confía en la autoría del material que aquí se expone, no responsabilizándose de la veracidad de los mismos."
domingo, 29 de enero de 2012
viernes, 27 de enero de 2012
Me encantaron, queridas damas, vuestros escritos acerca de los que no existen. Les agrego esta historia real.
Era un nonato bastante novato,
hacía poco que no era,
pero, para no ser, era bastante loco
e iba de nada en nada por la vereda
solo, sin hacer ruído.
Como era un nonato novato
era un nonato torpe
que, a veces, por equivocación,
nacía por un rato.
después desaparecía y de él
sólo quedaba un zapato.
Cierta noche al mediodía
conoció a una nonata,
el diablo metió la pata
y tuvieron nonatitos.
Jorge Luis Estrella
Era un nonato bastante novato,
hacía poco que no era,
pero, para no ser, era bastante loco
e iba de nada en nada por la vereda
solo, sin hacer ruído.
Como era un nonato novato
era un nonato torpe
que, a veces, por equivocación,
nacía por un rato.
después desaparecía y de él
sólo quedaba un zapato.
Cierta noche al mediodía
conoció a una nonata,
el diablo metió la pata
y tuvieron nonatitos.
Jorge Luis Estrella
martes, 24 de enero de 2012
HOY Y AYER
Hoy estoy abierto al público.
Ayer estuve cerrado por duelo.
Hoy canta mi canario.
Ayer sufrió de afonía.
Hoy hay ceniza volcánica.
Ayer también hubo.
Hoy te amo como ayer.
Ayer no sabía cuánto te amaba.
Hoy tengo puestos los ojos para reír.
Ayer tuve puestos los ojos para llorar.
Hoy voy hacia mañana.
Ayer no creía en el tiempo.
Jorge Luis Estrella
viernes, 20 de enero de 2012
CIEN MANOS
Miró la luna estancada
en los peldaños del tiempo
y detrás de las pupilas
cien manos le aparecieron.
Con unas limpió la casa,
con otras hizo un ropero
y con otras aplaudió
el último de los estrenos.
Con unas que le quedaban
amaneció en los esteros
junto a la bella María
sin nada sobre su cuerpo.
Con sus treinta y cinco manos
la acarició con esmero
y no hubo poro ninguno
que no se volviera fuego.
Y luego se despertó
y no recordó su sueño
el que perdiera sus manos
en un accidente aéreo.Jorge Luis Estrella
en los peldaños del tiempo
y detrás de las pupilas
cien manos le aparecieron.
Con unas limpió la casa,
con otras hizo un ropero
y con otras aplaudió
el último de los estrenos.
Con unas que le quedaban
amaneció en los esteros
junto a la bella María
sin nada sobre su cuerpo.
Con sus treinta y cinco manos
la acarició con esmero
y no hubo poro ninguno
que no se volviera fuego.
Y luego se despertó
y no recordó su sueño
el que perdiera sus manos
en un accidente aéreo.Jorge Luis Estrella
jueves, 19 de enero de 2012
Antes de que me escupan los guanacoas,
antes de que las luciérnagas se enceguezcan
estoy aquí de nuevo, con el corazón
palpitante,
con el amor pleno de sonrisas,
con todos los versos con ganas de florecer,
con toda la esperanza erguida y musitadora,
estoy con todo, con todo.
Vuelvo con la frente marchita
pero mientras sea sólo con la frente no pasa nada,
vuelvo como el que sabe que nunca se fue
sino que anduvo de vacaciones
para tomar nuevas fuerzas,
para cargarse del arrullo de las palomas del mundo,
para inventar fantásticos senderos,
para que las experiencias prolifren
y se renueve el aire de los días
pero vuelvo con la pasión de siempre,
la voluntad de siempre,
la barba de siempre,
las lolas de siempre.
Mis hijos ya son grandes y tal vez ahora
tenga yo más tiempo para recalar en el puerto
entrañable de Muestrario
y quedarme mirando las gaviotas,
leyendo versos de amor y de desamores,
chistes, informaciones, deformaciones,
canciones,
saludos, escudos, felpudos, zancudos,
quedarme viendo el agua que corre por el río
y viendo los sauces que lloran hacia el agua
y los ceibos de la infancia me peinen la memoria.
Aquí estoy, decíamos ayer...
La vida canta, ruge, llora, grita.
Debemos escucharla.
Jorge Luis Estrella
antes de que las luciérnagas se enceguezcan
estoy aquí de nuevo, con el corazón
palpitante,
con el amor pleno de sonrisas,
con todos los versos con ganas de florecer,
con toda la esperanza erguida y musitadora,
estoy con todo, con todo.
Vuelvo con la frente marchita
pero mientras sea sólo con la frente no pasa nada,
vuelvo como el que sabe que nunca se fue
sino que anduvo de vacaciones
para tomar nuevas fuerzas,
para cargarse del arrullo de las palomas del mundo,
para inventar fantásticos senderos,
para que las experiencias prolifren
y se renueve el aire de los días
pero vuelvo con la pasión de siempre,
la voluntad de siempre,
la barba de siempre,
las lolas de siempre.
Mis hijos ya son grandes y tal vez ahora
tenga yo más tiempo para recalar en el puerto
entrañable de Muestrario
y quedarme mirando las gaviotas,
leyendo versos de amor y de desamores,
chistes, informaciones, deformaciones,
canciones,
saludos, escudos, felpudos, zancudos,
quedarme viendo el agua que corre por el río
y viendo los sauces que lloran hacia el agua
y los ceibos de la infancia me peinen la memoria.
Aquí estoy, decíamos ayer...
La vida canta, ruge, llora, grita.
Debemos escucharla.
Jorge Luis Estrella
viernes, 6 de enero de 2012
Cuando llovia
Me ofreciste
de tus manos las caricias,
en un día que
llovia a cantarillos;
en tu cara
salieron ciertos brillos
y en tus ojos
del rimel sus malicias.
Un tacon se
rompio de tu zapato,
y tu pie en un
charco lo metiste;
un gran taco
en tus labios lo pusiste
cuando ibas
nadando como un pato.
Yo miraba
admiradote el estilo
que empleabas
nadando por las aguas;
y por cierto,
que perdiste tus enaguas.
Admiraba la
belleza de lo visto
por el charco
y buscado tu paraguas,
me decias:
¡ No te
acerques, que ardo como fraguas !
Emilio Medina M.
miércoles, 4 de enero de 2012
ASOMA LÁNGUIDO
El
poema que asoma como figura lánguida
por la puerta trasera del hospital dormido
es éste que tengo haciéndome cosquillas
en el dolor más hondo y en el miedo más clásico.
Pero, a pesar de todo, no esconderé mis huesos
ni lavaré mi ropa para ocultar la sangre.
Que mi crimen se sepa y se sepa mi angustia
y que por ser humano soy también inhumano.
No voy a deshojarme como una margarita
ni a pedir que me saquen del agua en que me ahogo,
Sólo diré los versos que no puedo callarme
aunque vengan difusos, lánguidos, caóticos.
A veces las palabras son cuchillos feroces,
otras veces son alas de aves extraviadas
y algunas veces llegan surfeándole a las olas
de un mar de sentimientos que están enloquecidos.
El poema agoniza ahora entre mis manos
aunándose al silencio del hospital dormido
mientras sigo sirviéndome una copa de nada
para brindar por todo lo que acabo olvidando.
Jorge Luis Estrella
por la puerta trasera del hospital dormido
es éste que tengo haciéndome cosquillas
en el dolor más hondo y en el miedo más clásico.
Pero, a pesar de todo, no esconderé mis huesos
ni lavaré mi ropa para ocultar la sangre.
Que mi crimen se sepa y se sepa mi angustia
y que por ser humano soy también inhumano.
No voy a deshojarme como una margarita
ni a pedir que me saquen del agua en que me ahogo,
Sólo diré los versos que no puedo callarme
aunque vengan difusos, lánguidos, caóticos.
A veces las palabras son cuchillos feroces,
otras veces son alas de aves extraviadas
y algunas veces llegan surfeándole a las olas
de un mar de sentimientos que están enloquecidos.
El poema agoniza ahora entre mis manos
aunándose al silencio del hospital dormido
mientras sigo sirviéndome una copa de nada
para brindar por todo lo que acabo olvidando.
Jorge Luis Estrella
Fingiendo
Llegó de algún lugar fingiendo que no llegaba;
por eso no se dieron cuenta de que había llegado.
Se sentó en algún sitio fingiendo que no se sentaba;
por eso no se dieron cuenta de que se había sentado.
Los estudió fingiendo que no los estudiaba;
por eso no se dieron cuenta de que los estudiaba.
Los sedujo fingiendo que no los seducía;
por eso no se dieron cuenta de que los había
seducido.
Les ordenó matar fingiendo que les ordenaba
defenderse;
por eso no se dieron cuenta de que estaban matando.
Los mandó a morir fingiendo que los mandaba a vivir;
por eso no se dieron cuenta de que estaban muriendo.
Se fue a algún lugar fingiendo que no se iba;
pero ellos ya no estaban para darse cuenta de que
fingía.
Jorge
Luis Estrella
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