Miguel Sanchez
1- El cura tenía su gran oreja
pegada a la rejilla del confesionario.
como una ventosa.
El pecado que has cometido, hijo mío,
es muy gordo -dice-
El pecador: lo dice usted como
si hablara por la oreja.
2. Confesionario estrecho.
El cura: tienes, hijo mío, aires de pecador.
Usted podría haber sido un gran poeta, padre,
si no fuera porque sale poco.
3. El pecador: Padre: me acuso de
reírme sin motivo.
El padre saca una medalla del bolsillo
y se la cuelga al cliente.
Tome, de regalo. Es la primera vez que
me confiesan un pecado así.
4. El confesionario era amarillo.
Y el cura, de madera oscura
alumbrado por una lamparita.
Afuera, había dos niños gemelos
querían confesarse a la vez.
Una historia imaginaria
en el sopor gris del aburrimiento.
msq
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