Casada con un "maromo"
que parecía "palomo"
y resultó gavilán;
se van pasando los años,
su cuerpo refleja el daño
de ver el tiempo pasar.
No espera que le agradezcan
las malas noches pasadas
por penas o por amores,
nunca le ha importado nada.
Amorosa del marido
comprensiva y ordenada,
es ejemplar con sus hijos
y nunca se pide nada.
Es la primera en el alba
en preparar con cariño,
lo necesario a los niños
y la ropa del papá.
Con ritmo desesperado
prepara lo necesario
a la hora del yantar;
nadie agradece su esfuerzo
y se toman el almuerzo... sin hablar.
Ingrata pero muy bella
es la vida en el hogar,
y siempre que se comparta
el comer y el trabajar.
Ahora todo ha cambiado;
la mujer ha despertado
y no se quiere quedar,
haciendo todo lo expuesto,
con el "palomo-maromo"
que se volvió gavilán.
Emilio Medina 4/11/01
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