A mí, mi mamá macanuda me mimaba,
Emilio es muy mimoso y yo lo mimo,
con "mimaba" y con "mimo" ahora rimo
y me arrimo al final que ambicionaba.
La luna, desde el cielo me miraba,
dijo el mimo,
y Emilio que era primo de su primo,
en un soneto de amor se desangraba.
Es hora de dormir y estoy despierto
escribiéndole a Emilio este poema
y alguien llora por alguien que se ha muerto.
La vida se resume en el dilema
del árbol que plantamos en el huerto
y la fruta prohibida que nos quema.
Jorge Luis Estrella
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