¿Por qué no soy una mosca...?
Razonaba el moscardón
posado sobre una mesa
en que había una ración
de viandas suculentas.
Pues que son mis alas lentas,
y mi cuerpo gordinflón
la mosca va más ligera,
es más linda y primorosa
y de un salto, a la primera,
pega un vuelo, ¡y a otra cosa!
Y así que, filosofando,
y pensando, el moscardón,
llego la dama al salón,
y, en víendole allí posado,
tan tranquilo y tan pausado,
fue a buscar el matamoscas
para darle una lección...
¡PLAS!
¡Ay! Bien le hubiera valido
prestar mayor atención
a sí mismo, y olvidarse
de con otros compararse.
Y la mosca, mientras tanto,
revoloteaba el salón...
Uhhhh...
Blanca Barojiana
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