"Me empiezan a lagrimear los dientes"
María Isabel Cané
A mi mujer le lagrimean los dientes
y a mí me lagrimean las tetillas, el ombligo y el alma.
La veo en la pieza chica con los lagrimeados dientes
y se me frunce el cogollo de la esperanza
pero hago como si me presentase de candidato testimonial
a oraguntán de zoológico, es decir la miro con ojos de boludo
y me chupo un dedo por las dudas no se diera cuenta.
Pero, confieso, al verla así, se me desinflan los testículos testimoniales
y se me descerebran las pocas neuronas que gracias a la poesía
conservo.
La veo poniéndose hielo en el diente izquierdo,
el que le lagrimea,
y me da ganas de pincharle un ojo a la locutora
que me mira desde la televisión
y soy capaz hasta de olvidarme del partido de tenis
que había estado mirando antes de cambiar de canal.
Pero recuerdo al ahorcado que dijo:
"Dios aprieta pero no ahorca"
y trato de serenarme pensando en la gripe porcina,
en el dengue, en la inseguridad,
en el precio de las lágrimas.
Pero, después de todo, me digo,
"estamos vivos,
y podemos gozar de una vejez patética."
Jorge Luis Estrella
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