Entre tropo y tropo llegué tropo tarde
y no pude entrar.
Me llamó una bruja desde su ventana
y me hice el tonto, más de lo que soy.
El caballo mono me movió la cola,
la risa del muerto se murió de risa
y yo que soy tuerto de ambos mis ojos
miré para adentro y vi mi estornudo,
miré hacia el costado y vi un pez dorado,
contemplé a un cornudo metiendo los cuernos,
y no pude entrar. Habían cerrado.
Y no pude entrar. Me quedé en la puerta
con la boca muerta, con la mano herida,
con la frente erguida, con el pie descalzo.
Me quedé en la calle, callado y monótono,
me quedé quedándome como quien se queda
dentro de un plumero.
Vinieron los galgos a galguear la noche,
vinieron los buitres a buscar un voto,
vinieron los turcos a buscar las turcas,
vino un saco roto a coserse el saco.
Todos preguntaban
qué hacía tirado dentro de un plumero
y yo les decía que no pude entrar
por eso del tropo que a veces me copo
y se me hace tarde.
Entonces, un ama de casa semijaponesa
me tomó en su mano, supervigorosa,
y limpió conmigo su mueble más caro
y yo, por el polvo,
usé mi estornudo último modelo
e hice el amor con el ama de casa.
"El ama me ama" le dije a la tarde,
le dije a la puerta, le dije a la muerta,
le dije a la calle, le dije a la erguida.
Y ahora que es lunes estoy con la escoba
colgado en la alcoba o en el lavadero
y soy un plumero, plumero poeta
y todo ésto ha sido porque llegué tarde
que entre tropo y tropo tropecé conmigo
y casi me caigo
y, entre verso y verso,
porque soy poeta, poeta plumero,
digo que la quiero al ama que me ama
y así pasa el tiempo y no pasa nada.
Jorge Luis Estrella
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