Aquí estoy, al Este de ningún río,
de ningún puente, de ningún dique,
y está bien habitar al Este
aunque sea de ningún lado
porque facilita los discursos
especialmente para disimular la más común
de las muletillas.
Por ejemplo, voy a decir que en esta tarde
de marionetas húmedas
este... este... este...
el silencio este... me grita palabras obcenas
este... este... y me refugio en las entrañas
este... cálidas de algún reactor nuclear.
Me quedo obnubilado este...
entre mariposas cibernéticas,
lujurioso de pudores este... radiactivos,
radiante como losa de departamento,
me quedo hurgando el Este este... de la nada.
Y yo que tengo el Sur en el ombligo,
el Oeste en la manga y mi norte este... es el Norte,
digamos la quebrada de Humahuaca,
me afinco este... al Este de cualquier achura,
al Este de un delirio calculado este...,
al Este del fantasma de la noche.
Y los que tienen el poder este... me miran,
no me sacan los ojos de los ojos
y si supieran que existo me sacarían los ojos este...
este... este... me robarían el pan y las sandalias,
me dejarían calvo y en pelotas diciendo
este... este... este...
Jorge Luis Estrella
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