Mi mujer se había ido con otro y yo decidí irme con otra. "¿Me van a dejar
sola?" me gritó la casa, enojada. Decidí no irme sino quedarme con otra pero
tenía que salir a buscarla. No sé qué morboso instinto me llevó al hospital
y allí conocí el caso de una mujer que había sufrido un serio accidente,
había quedado paralítica, amnésica y ningún pariente o amigo daba señales de
vida. La llevé a casa, le preparé un plato de lentejas, la saqué de la silla
de ruedas, la higienicé y la puse en la cama. Dormimos juntos pero no la
toqué. Así seguimos durante un mes aunque no siempre le preparé lentejas. Un
día llegó un hombre trayendo pruebas de que era el esposo y se la llevó.
Salí a buscar otra. Esta vez fui a un salón bailable y una joven se instaló
en casa pero sólo quería sexo. De mañana, de tarde, de noche. La cosa así no
podía durar. Es decir, podía durar lo que puede durar una relación sólo
basada en el contacto sexual, sin proyectos en común, sin amor, sin
ilusiones.Yo había querido mucho a la que se fue con otro y vaya si sufrí.
Como si me hubiesen sacado una muela. Como dije, la cosa no podía durar y no
duró. Un día vino con un hombre, me ataron, me encerraron en el baño y me
desvalijaron la casa. Recuerdo que ésta me gritaba: "Claro, te metés con
cualquiera y la que paga el pato soy yo, mirá como luzco, pelada. Me di
cuenta de entrada de que era una zorra pero vos, con tal de montarte una
potranca..." Yo pensaba: "Estas casas dicen cualquier cosa, o es una zorra o
es una potranca." Por suerte no tuve que salir a buscar otra porque dos días
después de que yo repusiera lo que me habian robado, fundamentalmente para
tranquilizar a la casa que seguía hecha una furia, volvió el esposo de la
paralítica que ahora era ex porque se había divorciado y me la dejó. La miré
largamente, le preparé un plato de lentejas, la saqué de la silla de ruedas,
la higienicé, la puse en la cama, dormimos y soñé que éramos felices.
Jorge Luis Estrella
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