QUIERO

Yo quiero un perro que cante como Callas
y una Callas que aúlle como lobos hambrientos
y un pájaro que llore como mil Magdalenas
y dos mil Magdalenas volando por mi cuarto.
¿Qué para qué los quiero? ¡Qué sé yo! Uno se cansa
de atraparse los dedos en cajones y puertas
y, cuando duerme siestas arropado en ausencias,
se le viene la noche con las manos vacías.
Ayer ví un cocodrilo llegando hasta mis dientes,
un águila real besándome las alas,
un gran león del África lamiendo mi melena,
un elefante indio enroscado en mi trompa.
¿Qué para qué los ví? ¿Acaso son ustedes
noctámbulos psiquiatras que analizan mis sueños
cuando, despierto, tengo debajo de la cama
ochocientas estrellas titilando al unísono?
Es que estoy ya podrido de poner la moneda
donde va la moneda, de respirar oxígeno,
de mirar con los ojos, de agarrar con los dedos,
de sentarme en la silla entre cuatro paredes.
Quiero un tren que me lleve hasta el ángel más puro,
un barco que sea un pez, un avión, un triciclo,
un cierre que vomite relámpagos y truenos,
una mujer que de a luz la tiniebla más honda.
¿Qué para qué los quiero? Porque soy un idiota,
porque soy un tarado, un adulto que sigue
pensando como un niño, porque no tengo cura,
porque odio este poema que vino de la nada.

Jorge Luis Estrella