¡ No, Liliana, no dormime !,...
es que comiendo un cordero,
despacito, con esmero,
cuidando no se termine,
se me paso placentero
el tiempo de tu palique.
A las once me acorde,
de la cita con mis damas,
pero el cordero balaba
y con ternura mire
el llanto que derramaba.
Ahora, -que ya es mañana-,
con el cordero acabado
y la familia acostada,
disfruto lo programado
por las niñas de mis ojos,
en diferido programa.
No me he quedado dormido,...
¡ larga vida, a la pizarra !.
Besos largos.
Emilio Medina M.
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