domingo, 13 de julio de 2008


Mi perra no es común ni ancestral.
Mi perra es loca, es única,
es ladrona, lamepies, caprichosa, salvaje,
en realidad sus padres están en la cárcel
y sus abuelos en el manicomio.
Mi perra roba medias, belladonas,
trapos, tripas, supremas de pollo,
churrascos de lomo,
champignones, tiempo.
Mi perra rompe paredes, rompe kinotos,
rompe los tímpanos con sus ladridos,
rompe corazones con sus ojos de miel,
con su delicioso hocico alargado,
con sus enormes orejas entrañables,
con sus gestos mimosos,
con sus graciosas patas interminables,
con su pelaje y figura de aguará guazú,
con su llantito de dulce Magdalena.
Mi perra muerde muebles, manos, ceniceros,
juega con cuanta cosa existe en el universo
y cuando pasea no deja de oler
ni la más imperceptible brizna.
Mi perra es común, ancestral
y única,
es mía
y de mi mujer.

Jorge Luis Estrella

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