¡ ay, ja mia !, ¡¡que emoción!!.
Del brazo de mi madrina
voy camino del juzgado;
a las seis soy desposado
con señor de barba fina
que me tiene trastornado.
Lleva sus tetas divinas
a los presentes mostrando,
y mi ego contamina
pues todos las van mirando.
Ante el juez, dijo: ¡ yo, siiiiii !;
- no es el señor de Israel-,
es a mi el que ha de ver,
en calzancillos de acril.
Un codazo en mi costado
me despierta del mal sueño,
y corro con gran empeño
a la puesrta del juzgado.
Me nado el mar oceano;
me voy al centro de España,
y subido a la cucaña
me asomo muy asolado,
por si el bello enamorado
bien hasta aqui, y me lo apaña.
EMILIO MEDINA MUÑOZ
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