El médico dijo que lo mío
no es grave: sólo alergia a la vida.
¡Habrá que creerle porque todo me pica!
¿será por eso que el despertar
es tan molesto?
Tendré que sacudirme las costras
de la pereza y deshacerme del priurito
de la sinrazón cotidiana
desayunar con leche magnesiana
para aplacar la picazón de la soledad
y almorzar con un antialergénico
que quiera ser mi comensal.
La pomada utilizada nada puede
contra el aburrimiento de las vacaciones
sin vacacionar
y el corticoides se ríe en el muslo
mientras se decide a ingresar
al flujo sanguíneo,
el escozor empecinado en molestar
se divierte compartiendo tertulias
con la enrojecida piel.
Tendré que deshacerme de la rutina
e intentar no rascar lo no rascable,
guantes, manoplas o esposas
pudieran ser mi salvación
-al menos eso dicen los que saben-
Olvidarme del noticioso y dejar
de leer las malas noticias,
tal vez, apagar la radio y romper la antena
de transmisión de malas ondas,
encerrarme en algún pozo para no escuchar
las peleas de los vecinos,
y bañarme con agua de azahar para calmar
las vibraciones negativas.
Quizás pueda evitar de esa forma
que los anticuerpos odien la vida
y al fin los dos se den la mano como amigos:
que al fin y al cabo el cuerpo que
comparten es uno, el mío.
Liliana Varela2008
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